El sector de la avicultura de carne argentina está a las puertas de su recuperación tras los brotes de influenza aviar (IA) que padeció en febrero del año pasado, 2023, cuando atravesó uno de sus peores escenarios. En ese momento, la enfermedad afectó primero a las aves silvestres, luego a las gallinas de traspatio y, por último, a la producción comercial. Así se cerraron por completo las exportaciones de productos avícolas, un hecho crítico en un país eminentemente exportador de este tipo de alimentos, como lo es Argentina. El país austral ha visto en la última década un gran crecimiento en su consumo interno de pollo por habitante y en sus exportaciones , que habían llegado hasta 75 países.
No obstante, el sector avícola argentino ha estado trabajando con determinación para salir de esta situación. En primer término, en el plano comercial, la adopción generalizada de medidas de bioseguridad más rigurosas permitió que las granjas fueran declaradas libres de IA aviar en agosto del mismo año, reconocimiento otorgado por la Organización Mundial de Sanidad Animal (OMSA); en segundo lugar, se puso énfasis en la recuperación de los mercados externos.
Según una entrevista con Roberto Domenech, presidente del Centro de Empresas Procesadoras Avícolas (CEPA), el 2024 ha resultado un año muy positivo. En los primeros nueve meses se ha registrado un incremento del 9% en las exportaciones, se exporta ya a 63 países y se han abierto nuevos mercados, aunque aún queda pendiente la reconquista del mercado chino, que en otro tiempo fue uno de los más relevantes.
En el CEPA son conscientes de que la IA puede reaparecer, pero también saben que deben asegurarse nuevos destinos comerciales y trabajar con aquellos países que, al suspender sus compras, optaron por otros proveedores. Además, están explorando mercados más especializados para ofrecer productos diferentes, sumando opciones más allá de las patas de pollo, las cuales constituyen la mayoría de las ventas de las 27 empresas argentinas exportadoras.
Otro asunto de importancia, señaló Domenech, es que Argentina debe articular un frente común de la carne de pollo junto con la de cerdo y la de vacuno, todos unidos, como hace Brasil. Estas carnes se complementan y se potencian mutuamente sin que exista competencia entre ellas.
Finalmente, Argentina recuerda que, si bien las exportaciones son indispensables, el país también es un gran consumidor interno de pollo, con casi 50 kilogramos per cápita al año, una de las cifras más elevadas del mundo. Esto significa que el mercado interno ya está consolidado, y, de mejorar la compleja situación económica nacional, la producción avícola también se vería favorecida.