Los factores antinutricionales (ANF) de origen vegetal son muy abundantes en la naturaleza, teniendo con efectos negativos sobre la ingesta de pienso y los procesos fisiológicos y metabólicos que reducen la disponibilidad de nutrientes en las aves.
Tradicionalmente, el crecimiento de los pollos ha estado basado en el uso de antibióticos en los piensos hasta 2016. Después de su prohibición, la ausencia de promotores del crecimiento ha dado lugar a una serie de problemas para el sector avícola europeo, incluyendo una mayor incidencia de camas húmedas, vesículas pectorales y problemas de pododermatitis en las granjas, así como un aumento de empleo de antibióticos como curativos.
La situación mejoró con los cambios en los programas de alimentación de manejo, la forma del pienso y las especificaciones de nutrientes. Además, el sector se interesó en el empleo de suplementos alimenticios de origen vegetal para mantener o recuperar la salud y la productividad de las aves.
Hasta este momento los conocimientos sobre el modo de acción de los nuevos aditivos y cómo han interferido en la utilización de los alimentos y la salud animal han sido muy limitados. Se han llevado a cabo numerosos estudios sobre los beneficios potenciales de los metabolitos secundarios de las plantas sobre la ingesta voluntaria de pienso como potenciadores del estado de salud y el crecimiento del ave, en universidades e instituciones de investigación de todo el mundo.
Se ha hecho evidente que muchos componentes de las plantas, como los taninos, los flavonoides, las saponinas, los α-galactósidos, las hemaglutininas u los inhibidores de tripsina, presentes en numerosos ingredientes, podrían tener efectos positivos o negativos tanto en seres humanos como en animales, dependiendo de la dosis.
De hecho, cuando se utilizan en dosis altas, la mayor parte de los ANF presente en las plantas originan un menor crecimiento y un mal estado de salud de las aves. Sin embargo, un mismo ANF, a bajos niveles de inclusión, previno o redujo numerosos procesos oxidativos e inflamatorios en las aves.
Aún más, estudios posteriores en seres humanos han mostrado que la inclusión de algunos de estos aditivos en la dieta ha reducido la incidencia de problemas de salud habituales como la diabetes mellitus, la insuficiencia coronaria y el cáncer.
Debido a su alta actividad biológica cuando se consumen en cantidades adecuadas, el término «factor antinutricional», habitualmente utilizado en alimentación animal para la mayoría de los componentes o metabolitos secundarios presentes en algunos ingredientes, pasa a denominarse «compuestos bioactivos» o «agentes farmacológicamente activos». Como consecuencia, muchos metabolitos de origen vegetal se están utilizando actualmente no solo para mejorar la producción avícola, sino también para mejorar el estado de salud de muchas especies, incluida la población humana.
Fuente: Gonzalo G. Mateos. Proceedings XVI European Poultry Conference, June 2024, Valencia