Un pollo de engorde de rápido crecimiento produce una cantidad sorprendente de calor, aproximadamente entre 22 y 35 Kcal/hora por cada kilogramo de peso corporal. Para poner esto en perspectiva, una simple cerilla produce 0,25 Kcal/hora de calor, lo que significa que un pollo de engorde de 1,8 kg produce lo mismo que entre 40 y 60 cerillas de calor dentro suyo y uno de 3,6 kg entre 80 y 120 cerillas, es decir, un calor que debe eliminarse continuamente para mantener una temperatura corporal normal.
A medida que aumenta la temperatura corporal de un ave, su consumo de pienso disminuye. Esto se debe a que es esencialmente la digestión del pienso lo que genera el calor dentro del ave, lo que puede ocasionar unas peligrosas elevadas temperaturas corporales. Por lo tanto, es lógico que un ave con una temperatura corporal elevada tienda a reducir el consumo de aquello que, como el alimento, está causando sus elevadas temperaturas. Después de todo, ¿qué hacemos los humanos tras una gran comida en una calurosa tarde de verano?
En el pollo, una reducción del consumo de pienso conduce a un menor ritmo de crecimiento. Es bastante simple: si queremos maximizar el rendimiento de las aves, debemos crear un entorno donde puedan deshacerse fácilmente del exceso de calor que están produciendo.
Un estudio reciente realizado en una granja comercial de broilers ha proporcionado una buena ilustración de la relación entre la temperatura corporal y la ganancia de peso durante la última semana de engorde. Ocho pollos de la misma nave de un lote , de 34 días de edad, ingirieron un pequeño registrador de temperatura que registraba sus temperaturas corporales cada minuto.
Las aves fueron pesadas individualmente y colocadas en un cercado dentro de la nave hasta que fueron capturadas cinco días después, volviéndose a pesar entonces (tabla 1). Las temperaturas del aire dentro de la nave se midieron cada minuto y oscilaron entre los 24 °C y los 29 °C y su velocidad se midió a 1,2 m por encima del cercado, siendo aproximadamente 150 m/m.
Tabla 1. Pesos de los pollos y ganancia de peso (g)
Pollo nº día 35 día 39 Diferencia
________________________________________________
1 1.925 1.825 – 100
2 1.852 2.184 332
3 1.903 2.220 317
4 1.875 1.875 000
5 1.998 2.324 326
6 1.916 2.542 626
7 1.893 2.228 335
8 1.925 2.470 545
Promedio 1.911 2.211 300
El aumento de peso de cada pollo durante los cinco días del estudio se muestra en la Figura 2, al mismo tiempo que su temperatura corporal promedio. La temperatura corporal profunda normal de un pollo de engorde es de 41,1°C. La promedio de las aves durante el estudio osciló entre 41,3°C (normal) y 42,6°C (muy alta). Las dos aves con temperaturas corporales promedio superiores a 42,2°C no ganaron peso durante el estudio (una de ellas, de hecho, perdió peso). Y las dos con las temperaturas medias más bajas (unos 41,3°C) tuvieron la mayor ganancia de peso, unos 59 gramosg. No hubo correlación entre el peso corporal inicial y la temperatura corporal, lo que probablemente se deba a que hubo una diferencia mínima en los pesos iniciales entre las aves.
Tal como se documenta en este y en estudios de campo previos, existe una variación significativa en las temperaturas corporales de las aves dentro de una nave.
La variación puede deberse a
– diferencias en la ubicación dentro de ella,
– la densidad en la proximidad de un ave determinada,
– el tamaño de las aves,
– la genética,
– el ritmo de crecimiento,
– el estado de salud,
– etc.
Por ejemplo, se ha encontrado que el ave con la temperatura corporal más alta tenía una leve infección respiratoria. Otra con una temperatura corporal promedio superior a 42,2°C probablemente tenía algún otro problema de salud, aunque su necropsia no reveló problemas de salud evidentes.
El hecho es que, ya sea que una temperatura corporal elevada de un ave se deba a una enfermedad o a la incapacidad de eliminar el calor debido a la alta temperatura ambiente o la humedad relativa, su respuesta del ave será la misma: consumirá menos pienso, lo que provocará un menor aumento de peso.
El objetivo de manejar el ambiente durante época de calor es bastante simple: asegurarse de eliminar suficiente calor de las aves mediante el uso de la velocidad del aire y la refrigeración evaporativa, de modo que las aves no tengan que reducir su consumo de pienso para limitar la producción de calor.
Si un ave tiene que intentar bajar su temperatura corporal, su rendimiento se verá afectado y en consecuencia su consumo de pienso, lo que reducirá su crecimiento. Cuanto mayor sea la cantidad de calor que eliminemos de las aves, más probable es que mantengan una temperatura corporal estable y continúen comiendo lo necesario para maximizar la ganancia de peso y el rendimiento general.
¿Deberíamos pues preocuparnos por enfriar excesivamente a los pollos en edad de mercado durante el verano?
En la mayoría de los casos, no.
Un ave ya crecida tiene mucha más capacidad para limitar su pérdida de calor que para aumentarla.
Por ejemplo, un pollo puede reducir drásticamente su pérdida de calor simplemente esponjando sus plumas. El aire atrapado entre las plumas aumenta su valor de aislamiento, lo que reduce la pérdida de calor del ave incluso con altos niveles de aire moviéndose a través de su cuerpo.
Las aves pueden sentarse más cerca o juntar sus alas, reduciendo aún más su pérdida potencial de calor. En comparación con el método principal de un ave para deshacerse del exceso de calor, mediante el jadeo, estos esfuerzos de conservación de calor requieren muy poco esfuerzo.
Como resultado, con pollos en edad de mercado es mucho más seguro maximizar el movimiento del aire sobre ellos durante las 24 horas del día, en lugar de, por ejemplo, apagar algunos ventiladores por la noche por miedo a «enfriarlos».
Fuente:
Michael Czarick y Brian Fairchild. Poultry Housing Tips, vol. 35, nº 10.