Según el lobby animalista «Eurogrupo para los Animales» la cría de insectos presenta claroscuros y la sociedad debería debatir el tema. Cuestionan que sea realmente una revolución para la sostenibilidad alimentaria y creen que con la flexibilización de la normativa europea , se han autorizado 9 especies de insectos, entre ellas la mosca soldado negra y el gusano de la harina, para la producción de alimentos y piensos debería abrirse un riguros debate sobre su conveniencia. A su entender, y tal como exponen en un extenso informe de 33 páginas: «Insect farming: a six-legged problem» , la cría de insectos no es una práctica que vaya a dar solución a los problemas agrícolas.
Una cuestión fundamental, para este grupo de presión, es que la ganadería se centra en la producción de piensos para la «cría intensiva» de animales y ello no aborda los problemas medioambientales asociados a la agricultura convencional. Ello se debe a que estudios recientes indican que las proteínas derivadas de insectos, especialmente cuando se alimentan de granos en lugar de desechos de alimentos, pueden tener mayores impactos ambientales que los ingredientes convencionales como la harina de soja.
Además, a pesar de las afirmaciones de que la cría de insectos contribuye a una economía circular al convertir los residuos de alimentos en proteínas, este concepto es difícil de aplicar en la práctica ya que, por desafíos logísticos y económicos, muchos productores de insectos utilizan materias primas, como granos y subproductos agrícolas, que podrían usarse directamente para el consumo humano o animal.
Otra preocupación importante se refiere a los riesgos de bioseguridad ya que los insectos cultivados, a menudo especies no autóctonas, podrían amenazar los ecosistemas locales en caso de su liberación accidental. Además, el creciente uso de la manipulación genética para mejorar la productividad de los insectos añade más riesgos, ya que las especies modificadas genéticamente podrían propagarse al entorno natural, lo que podría causar daños ecológicos.

En cuanto a la seguridad alimentaria, la cría de insectos se presenta a menudo como una solución para reducir la dependencia de Europa de las materías primas importadas. Sin embargo, a su entender, gran parte de la producción de insectos de Europa se está desplazando a regiones de bajo coste, como el sudeste asiático, lo que socava la autosuficiencia alimentaria de la Unión Europea. Además, se está debatiendo la seguridad de los subproductos de la cría de insectos, como los excrementos utilizados como fertilizante pues investigaciones recientes han puesto de manifiesto los riesgos potenciales para la salud de las plantas asociados con el uso de estos subproductos.
Por último, también se plantean preocupaciones por el bienestar de los insectos de granja ya que hay estudios que sugieren que algunas especies de ellos pueden ser capaces de experimentar dolor. Y como actualmente no existen regulaciones específicas para proteger su bienestar, hay preocupación por este vacío regulatorio, dado el sufrimiento potencial infligido a estas criaturas.
Para el lobby animalista la conclusión es que si bien la cría de insectos ofrece beneficios potenciales, hay numerosos retos relacionados con la sostenibilidad ambiental, la seguridad alimentaria y el bienestar animal y se requeriría una evaluación más profunda de sus impactos reales y un marco regulatorio más riguroso antes de fomentar su expansión en Europa.
Para saber más:
-. «The environmental sustainability of insects as food and feed. A review» Wageningen University
-. «Normativa sobre el uso de insectos para alimentación animal«. Ministerio de Agricultura, España