La prevención de la influenza aviar altamente patógena (IAAP), comúnmente conocida como gripe aviar, es fundamental para proteger las poblaciones de aves de corral y garantizar la salud del suministro mundial de huevos. La estrategia más eficaz para combatir la gripe aviar altamente patógena es adoptar medidas de bioseguridad estrictas.
A continuación se detallan las mejores prácticas de prevención, centradas en la bioseguridad:
1. Controlar el acceso a las granjas avícolas
– Limite el acceso a la explotación sólo al personal esencial. Los visitantes, incluidos los proveedores de servicios y los conductores de reparto, deben seguir protocolos de higiene estrictos.
– Utilice estaciones de desinfección en los puntos de entrada y exija a todos los visitantes que lleven botas, monos y guantes limpios y desinfectados.
– Establecer un sistema de pediluvio con desinfectante eficaz en cada punto de entrada para higienizar el calzado.
– Asegúrese de que todos los vehículos que entren en las instalaciones se desinfecten a fondo para evitar cualquier posible introducción de virus.
2. Segregar las manadas
– Mantener separados los distintos tipos de aves de corral (por ejemplo, ponedoras, pollos de engorde y reproductoras) para evitar la contaminación cruzada entre especies que puedan tener distintas susceptibilidades a la gripe aviar altamente patógena.
– Evitar el contacto entre las aves de corral comerciales y las aves silvestres, que son las principales portadoras de la gripe aviar altamente patógena. Instale redes o pantallas protectoras para mantener a las aves silvestres alejadas de las manadas.
3. Vigilar y controlar los movimientos
– Rastrear todos los movimientos de aves de corral, piensos y equipos dentro y fuera de la explotación. Cualquier ave nueva que se introduzca en la explotación debe someterse a un periodo de cuarentena para vigilar la aparición de signos de enfermedad.
– Utilizar un sistema de gallinero cerrado siempre que sea posible, asegurándose de que los galpones estén bien sellados para evitar la exposición a aves silvestres o al aire contaminado.
4. Mantener una buena higiene y saneamiento
– Limpiar y desinfectar periódicamente todos los gallineros, equipos y vehículos utilizados para el transporte de aves de corral.
– Proporcionar agua y pienso limpios, cubriéndolos y protegiéndolos de la contaminación por aves silvestres o roedores.
– Eliminar adecuadamente el estiércol y las aves muertas mediante incineración, compostaje o enterramiento, asegurándose de que los lugares de eliminación estén lejos de la explotación para evitar atraer a aves silvestres o carroñeras.
5. Aplicar protocolos estrictos de higiene personal
– El personal de la explotación debe llevar ropa y calzado específicos que sólo se utilicen en el lugar de trabajo. Después del trabajo, deben cambiarse de ropa y asearse a fondo. Asegúrese de que haya calzado específico para cada gallinero.
– Asegúrese de que los trabajadores se desinfectan las manos antes y después de manipular aves de corral o de entrar en zonas avícolas. Utilice desinfectantes de manos y guantes para evitar la propagación del virus.
6. Control de aves silvestres y plagas
– Se sabe que las aves silvestres, especialmente las especies migratorias, son portadoras de la IAAP. Es fundamental impedir que las aves silvestres accedan a la explotación. Instale mallas y pantallas antipájaros alrededor de los gallineros para reducir la exposición.
– Desarrollar un plan eficaz de control de roedores e insectos para limitar la presencia de plagas que puedan transmitir el virus o comprometer la bioseguridad.
7. Detección precoz y notificación
– Realizar controles sanitarios periódicos de las aves de corral y asegurarse de que los trabajadores están formados para reconocer los síntomas de la gripe aviar altamente patógena, como falta de actividad, dificultad respiratoria, inflamación y muerte súbita.
– Notifique inmediatamente cualquier signo de enfermedad de IAAP a sus veterinarios o a las autoridades agrarias locales para evitar que el virus siga propagándose.
8. Formación y comunicación
– Asegurarse de que todo el personal de la granja recibe una formación completa sobre las medidas de bioseguridad y comprende la importancia de la prevención de la IAAP. Deben compartirse actualizaciones periódicas sobre nuevos procedimientos y amenazas.
– Comuníquese con las explotaciones vecinas para asegurarse de que también practican una buena bioseguridad. La colaboración puede ayudar a proteger regiones enteras frente a los brotes.
9. Medidas preventivas adicionales:
– Programas de vacunación: Aunque la bioseguridad es la primera línea de defensa, la vacunación contra la IAAP puede ser una medida complementaria en regiones de alto riesgo o durante un brote (restringida a las empresas que permiten la vacunación contra la IAAP).
– Programas de vigilancia de la IAAP: Participe en los esfuerzos de vigilancia locales o nacionales para detectar precozmente los brotes de IAAP. Los análisis rutinarios de las aves pueden ayudar a identificar la infección antes de que se propague ampliamente.
Para concluir, la bioseguridad es la base de la prevención de los brotes de IAAP. El virus es altamente contagioso, e incluso un pequeño fallo en la bioseguridad puede tener consecuencias devastadoras para una granja, una región o incluso toda una industria. A pesar de las medidas de bioseguridad más rigurosas, sigue existiendo la posibilidad de que se produzca un brote de IAAP en una granja, dada la naturaleza impredecible del virus y sus diversas vías de transmisión. Sin embargo, mediante la adopción de estrategias integrales —como el control del acceso, el mantenimiento de altos niveles de higiene y la estrecha vigilancia de la salud de las aves de corral— los granjeros pueden reducir considerablemente el riesgo de un brote.
Aunque ningún plan de prevención es perfecto, estas prácticas garantizan que los ganaderos han tomado todas las medidas necesarias para proteger sus manadas, sus medios de subsistencia y la comunidad en general de la amenaza de la gripe aviar altamente patógena.
Las granjas multiedad, en las que se alojan aves de diferentes edades en el mismo lugar, plantean riesgos de bioseguridad únicos. Las aves más viejas pueden servir de reservorio de patógenos que aunque no las afectan pueden infectar a aves más jóvenes y vulnerables. Esta mezcla de edades aumenta las posibilidades de propagación de enfermedades, ya que las aves más jóvenes suelen ser más susceptibles a las infecciones. Para mitigar estos riesgos, las granjas multiedad deben aplicar protocolos de bioseguridad todavía más estrictos, que incluyan la segregación de los grupos de edad, el refuerzo de la limpieza y la desinfección.
Fuente: LAYER VISION Nº 31 [HENDRIX GENETICS]