domingo, noviembre 9, 2025

Cascajares, 30 años de audacia y resiliencia: la historia del capón que conquistó a reyes y renació de sus cenizas

Un aniversario forjado en fuego y éxito

Dueñas, Palencia, 26 oct. 2025. En la celebración este octubre de su trigésimo aniversario, la historia de Cascajares no se cuenta solo en años, sino en hitos que desafían la lógica empresarial. Es un relato que contrasta la imagen de una moderna y próspera fábrica en Dueñas (Palencia) con el recuerdo aún vivo de las cenizas humeantes que cubrieron ese mismo lugar en enero de 2023. Esta dualidad define el espíritu de una compañía que se ha convertido en un emblema del emprendimiento español: una firma forjada tanto en la audacia de sus inicios como en la inquebrantable resiliencia ante la aniquilación casi total.

La trayectoria de Cascajares en estas tres décadas ofrece una lección magistral en tres pilares fundamentales del éxito empresarial. Primero, un emprendimiento audaz, impulsado por la necesidad de convertir el fracaso en innovación. Segundo, una profunda resiliencia operativa y cultural, capaz de transformar la mayor de las catástrofes en un acelerador estratégico. Y tercero, una estrategia de marketing auténtica y brillante, que ha sabido entrelazar la ambición comercial con un arraigado compromiso social. Este es el viaje de una idea que nació de la «locura» de dos jóvenes y que, tras superar el fuego, ha alcanzado un éxito sin precedentes.

El origen de una «locura»: de 180.000 pesetas a la mesa de un rey

El emprendimiento improbable

En 1994, la historia de Cascajares comenzó no con un plan de negocio, sino con un acto de fe juvenil. Alfonso Jiménez, con 19 años, y su socio Francisco Iglesias, de 20, invirtieron todo su capital, unas 160.000 a 180.000 pesetas (el equivalente a unos 960 euros), en la cría de capones, un ave de gran tradición culinaria pero de nicho en el mercado de la época. Alfonso, el menor de diez hermanos, fue visto en su familia más como un «loco inconsciente» que como un emprendedor visionario.

La realidad no tardó en darles un golpe: se encontraron con un excedente de entre 700 y 1.000 capones que ningún restaurante quería comprar. Al borde de la ruina, tomaron una decisión que definiría su futuro. En lugar de insistir en vender un producto crudo sin demanda, decidieron añadirle valor. En un movimiento que ellos mismos describieron como «la locura del siglo», comenzaron a enlatar los capones en confit para conservarlos y darles una nueva salida comercial. Este giro no fue fruto de una estrategia meticulosa, sino de una reacción desesperada ante el fracaso. Sin embargo, al hacerlo, escucharon las necesidades de sus primeros clientes potenciales, los cocineros, que buscaban un producto de alta calidad, fácil de preparar y a un precio competitivo. Así, de la necesidad de sobrevivir, nació su modelo de negocio: la elaboración de platos preparados gourmet de alto valor añadido.

El golpe de audacia: la boda que lo cambió todo

El verdadero punto de inflexión llegó en 2003 con el anuncio del compromiso de los entonces Príncipes de Asturias, Felipe y Letizia. Alfonso Jiménez se fijó un objetivo que parecía inalcanzable: «Cascajares tiene que estar en esta boda con su capón«. La tenacidad fue clave.

Alfonso Jiménez no dejó nada al azar: cuando escuchó por la radio que el restaurante Jockey se encargaría del banquete, llamó inmediatamente a sus cocineros para convencerles de que el capón era la opción perfecta. No fue fácil. Asistió a 29 reuniones en Madrid hasta lograr la confirmación final de la Casa Real. La labor social de la empresa, que desde sus inicios había contado con trabajadores con discapacidad, fue determinante en la decisión. Finalmente, el 22 de mayo de 2004, el «Capón asado al tomillo y frutos secos» se sirvió como plato principal a más de 1.200 invitados de la realeza y jefes de estado de todo el mundo en el banquete de boda de los entonces Príncipes de Asturias, hoy Reyes Felipe VI y Letizia.

Pero la genialidad de la estrategia no terminó ahí. Del pedido de 800 capones, sobraron 200. En lugar de considerarlos un excedente, los convirtieron en la pieza central de una brillante campaña de marketing de guerrilla. Enviaron estos capones a los 200 periodistas que cubrían el enlace con una nota que se haría célebre: «Si usted no está invitado a la boda… al menos come como un Rey».

El impacto fue inmediato y transformador. La notoriedad de la marca se disparó. Apenas dos días después del evento, la fábrica estaba desbordada por una avalancha de nuevos clientes. Este movimiento no solo generó una publicidad masiva, sino que cambió fundamentalmente la estructura del negocio. La facturación saltó de 1 millón de euros en 2004 a 6 millones al año siguiente, un crecimiento exponencial que los catapultó del mercado profesional (B2B) a las cocinas de los hogares españoles (B2C). La boda real demostró que una acción de marketing audaz y bien ejecutada podía multiplicar el valor de la marca de una forma que años de publicidad convencional jamás habrían logrado.

Resiliencia a 1.500 grados: la noche que lo cambió todo

El relato de la catástrofe

La noche del 26 de enero de 2023, el destino puso a prueba a Cascajares de la forma más brutal. A las 3:00 de la madrugada, un fallo en el cuadro eléctrico de un motor exterior originó un incendio. Las llamas se propagaron con una velocidad aterradora, alimentadas por los materiales de embalaje. Alfonso Jiménez recibió la llamada a las 3:15 y en 17 minutos llegó para presenciar cómo tres décadas de trabajo eran devoradas por un infierno que alcanzó los 1.500 grados centígrados. La fábrica de Dueñas quedó reducida a escombros y cenizas. Afortunadamente, y gracias a la rápida evacuación, no hubo que lamentar daños personales.

La respuesta en las primeras horas

En medio del caos y la desolación, mientras los empleados y hasta su socio, Francisco Iglesias, lloraban la pérdida, la reacción de Alfonso Jiménez marcó el rumbo de la recuperación. Sus primeras palabras públicas fueron una declaración de intenciones: «Aquí no ha pasado nada personal. Estos son solo ladrillos y hierro. Volveremos a fabricar en otra fábrica». Con esta frase, transformó instantáneamente la narrativa. No era un final, sino el comienzo de una reconstrucción.

Su liderazgo en esas primeras horas fue un ejercicio de lucidez bajo presión. A las 6:00 de la mañana, contactó a Nacho González, exdirectivo de Campofrío, empresa que había sufrido en noviembre 2014 un incendio similar. Su consejo fue crucial: «No lo quieras hacer tú todo. Ayúdate de tu gente». De inmediato, Jiménez formó un gabinete de crisis, delegando responsabilidades clave: operaciones, finanzas y comunicación. Esta capacidad para controlar el relato y buscar consejo experto sentó las bases para una recuperación que asombraría a todos.

«No lo quieras hacer tú todo. Ayúdate de tu gente»

«La fuerza invisible»: el capital humano como cortafuegos

El incendio no creó la cultura de Cascajares; la reveló en toda su magnitud. De las cenizas surgió el concepto de «la fuerza invisible»: el espíritu colectivo y la solidaridad de empleados, familias, proveedores y la comunidad local. Los testimonios de los trabajadores reflejan un sentimiento de pertenencia que iba más allá de lo laboral. Hablaban de la fábrica como su «segundo hogar» y de sus compañeros como una «gran familia». Eva, una empleada, lo describió como sentir «un montón de manos que te sujetan en un momento muy duro».

Esta respuesta no fue casual. Era el retorno de 30 años de inversión en capital humano y en la comunidad. El propio Jiménez confesó que su principal motivación para reconstruir no era solo económica, sino un compromiso ineludible con su equipo y con sus propias hijas, a las que no podía mostrar un padre que se rendía ante la adversidad. La catástrofe funcionó como una prueba de fuego que demostró que el activo más valioso e indestructible de la empresa no eran sus máquinas, sino su gente.

El renacer del Ave Fénix: una fábrica para conquistar el futuro

La reconstrucción en tiempo récord

La velocidad de la recuperación de Cascajares fue asombrosa. Apenas 15 días después del siniestro, la producción se reanudó en unas instalaciones temporales alquiladas en La Cistérniga (Valladolid), lo que permitió sacar a toda la plantilla del ERTE casi de inmediato. Paralelamente, se puso en marcha el proyecto de la nueva fábrica.

En un plazo de solo ocho meses, un tiempo récord para una obra de tal magnitud, se levantó una nueva planta en un terreno adyacente al siniestrado, gracias a una inversión superior a los 12 millones de euros. El 2 de octubre de 2023, Cascajares inauguraba sus nuevas instalaciones, listas para afrontar la crucial campaña de Navidad.

Una inversión estratégica: más grande, más moderna, más fuerte

La nueva fábrica no fue una simple réplica de la anterior, sino una reinvención estratégica. Con 5.600 metros cuadrados, casi el doble de superficie, ha sido descrita como «la fábrica de platos preparados más moderna de Europa». Lo más importante es que su diseño permite triplicar la capacidad productiva de la compañía, un salto cuantitativo y cualitativo fundamental para sus planes de expansión. Además, se incorporaron las tecnologías más avanzadas en seguridad alimentaria y, crucialmente, sistemas antiincendios de última generación, con zonas de riesgo como motores y almacenes separadas de las áreas de producción. De esta forma, la tragedia se convirtió en un catalizador para una modernización acelerada, posicionando a la empresa en una situación de ventaja competitiva que, en circunstancias normales, habría tardado años en alcanzar.

Alfonso Jiménez y Francisco Iglesias, fundadores de Cascajares

El símbolo que sobrevivió a las llamas

En medio de la destrucción total, un elemento sobrevivió milagrosamente al infierno de 1.500 grados: el cartel metálico con el nombre «Cascajares» que coronaba la fachada de la antigua fábrica. Salió intacto, sin ni siquiera necesitar una capa de pintura. La empresa comprendió de inmediato su enorme poder simbólico.

En una emotiva ceremonia a la que asistieron todos los trabajadores, ese mismo cartel fue instalado en lo alto del nuevo edificio.

Este acto convirtió un simple objeto en un emblema tangible de la identidad y la resiliencia de la marca. Un mensaje universal y poderoso: la esencia de Cascajares, su marca y su espíritu, son más fuertes que el fuego.

Más allá del negocio: el capón como motor de marketing y compromiso social

La subasta benéfica: filantropía como marketing de alta gama

Desde hace 25 años, la Fundación Cascajares organiza su Subasta Benéfica de Capones, un evento que trasciende la filantropía para convertirse en una de las herramientas de marketing más eficaces de la compañía. A lo largo de su historia, ha recaudado casi 2,5 millones de euros para diversas causas sociales. La XXV edición, celebrada en 2024, batió récords al recaudar 130.230 euros destinados a la Casa Caridad de Valencia, para ayudar a los afectados por la DANA, y a la asociación Nuevo Futuro.

Este evento genera un círculo virtuoso: la exclusividad de la gala y la presencia de personalidades de alto perfil atraen una considerable atención mediática, lo que refuerza la imagen premium y el prestigio de la marca. A su vez, esta reputación atrae a más donantes y asistentes de primer nivel, asegurando el éxito de futuras ediciones. Es una simbiosis perfecta donde la responsabilidad social y el posicionamiento de marca se alimentan mutuamente.

Este compromiso social continúa siendo la columna vertebral de su estrategia. La Fundación Cascajares está centrada en la integración sociolaboral de personas con discapacidad, y su iniciativa solidaria más destacada es la Subasta Benéfica de Capones, que en 2025 celebrará su XXVI edición. A lo largo de 24 años, estas subastas han logrado recaudar cerca de 2 millones de euros.

La Subasta Benéfica de Capones ha contado con la participación directa de la Familia Real española, asegurando una constante atención mediática. En la XXV edición, celebrada en 2024, la Infanta Elena y su hija, Victoria Federica (Victoria de Marichalar), asistieron para apoyar la Obra Social de la empresa. Victoria de Marichalar fue la «madrina» de uno de los capones, ‘Ibérico’, que alcanzó una puja de 10.000 euros. Las pujas en la subasta han llegado a superar los 15.000 euros por un solo capón.

Una relación estratégica con la Corona

La conexión con la Casa Real española, iniciada en la boda de 2004, se ha mantenido y cultivado estratégicamente a lo largo de los años. Tras el incendio, el propio Rey Felipe VI llamó personalmente para infundir ánimos a la plantilla. Además, la Infanta Elena, a menudo acompañada por su hija Victoria de Marichalar, es una asistente habitual y visible en la subasta benéfica, prestando su imagen para apoyar la causa. Esta asociación continua y natural con la Corona confiere a la marca un sello de calidad y distinción que la diferencia en el competitivo mercado gourmet.

La inclusión social de Cascajares no es una estrategia de marketing reciente, sino un pilar fundacional. Su primer empleado fue una persona con discapacidad intelectual de la Fundación San Cebrián de Palencia. Alfonso Jiménez ha explicado que esta decisión nació de la «necesidad, no de la caridad», pero pronto descubrieron el valor añadido que estos empleados aportaban, destacando su pasión y una ilusión que contagiaba a todo el equipo.


La dimensión social: empleo digno para personas con discapacidad

El compromiso social de Cascajares va mucho más allá de las subastas benéficas. Desde su fundación, la empresa ha apostado por la integración sociolaboral de personas con discapacidad. El primer empleado de Cascajares fue un joven con discapacidad intelectual, y desde entonces la compañía ha mantenido este compromiso como seña de identidad. Actualmente, entre el 20% y el 25% de la plantilla está formada por personas con algún tipo de discapacidad física o intelectual. Esta autenticidad, arraigada en su historia, dota a su mensaje de una fuerza y una veracidad que ninguna campaña publicitaria podría comprar, construyendo una lealtad profunda entre los consumidores que valoran el impacto social genuino.

Alfonso Jiménez lo explica con sencillez: «Nuestro primer trabajador fue un chico con discapacidad intelectual. Son gente que cuando aprenden a hacer algo lo hacen con tanta pasión, que es la ilusión que tenemos por hacer las cosas». La Fundación Cascajares, creada en 2010 y registrada bajo el lema «Devolver a la sociedad parte de lo que la sociedad nos ha dado», canaliza toda la obra social de la empresa. A través de las becas financiadas con los fondos de las subastas, cada año entre 10 y 15 jóvenes con discapacidad pueden acceder a formación universitaria o profesional.

Esta dimensión social fue determinante para que los capones de Cascajares fueran elegidos para la boda real de 2004. Y también ha sido reconocida institucionalmente: en 2009, el Ministerio de Agricultura otorgó a Alfonso Jiménez el Premio Alimentos de España «por su espíritu emprendedor en una dilatada y atrayente trayectoria empresarial, además de por la intensa actividad desarrollada en recuperar productos tradicionales y en aportarles mayor valor añadido, empleando técnicas innovadoras y elaborando alimentos de calidad y creativos». En 2022, Alfonso Jiménez y Francisco Iglesias fueron reconocidos entre los 100 emprendedores más relevantes de España por la Revista Emprendedores, destacando precisamente su compromiso con la inclusión.

Cifras de un éxito consolidado: la arquitectura de un crecimiento exponencial

La trayectoria financiera post-incendio

Lejos de suponer un freno, el renacimiento de Cascajares ha impulsado sus resultados financieros a niveles récord. La compañía cerró 2024 con una facturación histórica de 13 millones de euros. Las proyecciones apuntan a un crecimiento continuo, con una previsión de alcanzar los 15 millones en 2025 y el ambicioso objetivo estratégico de superar los 20 millones de euros de facturación antes de 2028. Estas cifras son el resultado directo de la nueva capacidad productiva y la consolidación de su marca tras la crisis.
Estas previsiones se acaban de confirmar con la presentación el pasado 24 octubre 2025 de sus resultados financieros, con un total de 15 M facturados en españa y 8 M facturados en Canada.

Trabajadores en la nueva planta de Cascajares en Dueñas (Palencia) ICAL

El pilar internacional: Cascajares Canadá

Una de las decisiones más previsoras de la compañía fue su internacionalización temprana. En 2008, en plena crisis financiera global, abrieron una fábrica en Canadá para abordar el mercado norteamericano. Esta división no solo es un motor de crecimiento clave, con una facturación prevista de 8 millones de euros en 2025, sino que también representa una diversificación estratégica fundamental. Durante los meses en que la producción en España estuvo paralizada, la planta canadiense actuó como un salvavidas financiero y operativo, demostrando que la visión global de sus fundadores fue también una póliza de seguro para su resiliencia.

Evolución financiera y hitos clave de Cascajares (2004-2028)

AñoHito ClaveFacturación España (M€)Facturación Canadá (M€)Facturación Total (M€)Nota Relevante
2004Boda Real101Punto de inflexión mediático y comercial.
2005Efecto post-boda606Crecimiento del 500% en un año.
2008Expansión a CanadáInicioInicio de la diversificación internacional.
2022Cifras pre-incendio~10~10Consolidación en el mercado.
2023Incendio y nueva fábricaDestrucción total y reconstrucción récord.
2024Primer año post-incendio13,1~5,8~18,9Récord histórico de facturación.
2025 (Proy.)Consolidación y crecimiento15823Expansión con la nueva capacidad productiva.
2028 (Obj.)Meta estratégica>20>28Objetivo a medio plazo.

Las lecciones tras 30 años de un emprendimiento ejemplar

Al cumplir tres décadas, la historia de Cascajares se consolida como un caso de estudio sobre cómo el espíritu emprendedor, la resiliencia cultural y el marketing auténtico pueden converger para crear un éxito extraordinario. Su trayectoria ofrece lecciones de un valor incalculable.

La primera es la capacidad de convertir la crisis en un catalizador. Tanto el fracaso inicial que los obligó a innovar como el devastador incendio que les permitió reinventarse demuestran que los mayores obstáculos pueden ser el origen de las mayores oportunidades. La segunda lección es que la cultura es el activo definitivo. «La fuerza invisible» de su equipo humano no fue un eslogan, sino el cortafuegos real que contuvo la desesperación y alimentó la reconstrucción, probando que la inversión a largo plazo en las personas es la mejor garantía de supervivencia. Finalmente, Cascajares enseña que la autenticidad es la herramienta de marketing más poderosa. Su compromiso social, genuino y arraigado en su historia, ha construido una marca que inspira no solo deseo, sino también confianza y respeto.

Mirando al futuro, con una de las fábricas más modernas de Europa, un equipo cuya lealtad ha sido probada en las circunstancias más extremas y unas metas de crecimiento ambiciosas, Cascajares no es simplemente una empresa que ha sobrevivido. Es una organización que ha renacido, más fuerte, más sabia y mejor preparada que nunca para escribir los próximos 30 años de su historia.

Federico Castelló
Fundador de NeXusAvicultura

Para saber más:
-. Tienda On line de CASCAJARES
-. Noticias sobre Marketing avícola en NeXusAvicultura.com

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