El juzgado de Lleida ha aplicado la ley de la segunda oportunidad a una deudora de buena fe atrapada por gastos derivados de una ampliación en una granja de pollos de engorde.
Lleida, 4 nov. 2025. El Juzgado Mercantil número 1 de Lleida ha dictaminado el perdón de una deuda que asciende a 1.212.910 euros a una mujer que había firmado como avalista de los préstamos solicitados por su marido. El juez ha aplicado la Ley de la Segunda Oportunidad, exonerando a la mujer del pasivo insatisfecho.
La deuda se originó en un intento de mantener a flote una empresa que gestionaba granjas de pollos. El marido de la afectada constituyó esta empresa en 2014, y para 2016 se había realizado una ampliación con la construcción de una segunda nave. Para ambas inversiones, el matrimonio se hipotecó.
Según relató la mujer a través de su abogada, Marta Bergadà, aunque al principio los hermanos del marido se desentendieron, en 2020 «reclamaron su parte en el patrimonio». Este reclamo desató una «batalla campal por las desavenencias familiares que acabó en los juzgados».
Se juntaron unos años complicados para el pollo con desaveniencias familiares
A consecuencia del litigio familiar, que generó elevados gastos judiciales y de abogados, el marido comenzó a solicitar préstamos para mantener a flote ambas granjas de pollos y cubrir los costes de la disputa legal. La mujer firmó como avalista, expresando que estaba a su lado y le mostraba todo su apoyo. El sufrir varios años en que las granjas de pollos tenían unos beneficios muy bajos o simplemente perdían dinero, junto al conflicto societario familiar hizo que la situación se deteriorase rápidamente: «La pelota se fue haciendo cada vez mayor hasta que nos atropelló«, relató la afectada, superando la deuda el millón de euros.
Mientras el procedimiento legal avanzaba, la mujer tuvo que soportar “el acoso y las amenazas constantes de empresas de recobro y entidades bancarias”, describiendo que «eran muchas llamadas y había presión y amenazas que no acababan pasando factura».
Ley de la Segunda Oportunidad y «buena fe»
La solución llegó a finales del año pasado, cuando, tras un cambio de asesoramiento legal, se les recomendó acogerse a la Ley de la Segunda Oportunidad, contactando con el despacho Bergadà Abogados. Tras analizar la documentación aportada, el despacho consideró que la mujer cumplia los requisitos que esta ley exige y que era una «deudora de buena fe».
La Ley de la Segunda Oportunidad se creó para aquellas personas que, «sin ser responsables directas de una deuda, se ven atrapadas en una situación económica insostenible». La clienta avaló debido a su compromiso personal y emocional hacia su marido, pero esa carga la ahogó económicamente. La exoneración del pasivo insatisfecho fue recibida con «un alivio muy grande» por la mujer, quien concluyó que ahora, pensando en el futuro de sus hijos, la vida se ve «diferente, con más tranquilidad».

Este caso nos recuerda la importancia de hacer muy bien los números antes de montar una granja avícola, de solicitar asesoramiento sobre la mejor forma jurídica para llevar el negocio avícola y evitar siempre que sea posible los avales solidarios
La abogada insistió en la grave responsabilidad de firmar como avalista, una acción que muchas personas realizan sin conocer las consecuencias. «Ser avalista —insiste— significa responder con todo tu patrimonio presente y futuro si el titular del préstamo no paga».
La letrada advirtió que firmar un aval no es un «simple trámite ni un favor inocente», sino una «responsabilidad legal enorme que puede convertirte en un deudor de por vida por una deuda que ni siquiera has generado tú». La falta de información clara sobre este compromiso sigue siendo, «un problema muy grave».

